domingo, 2 de septiembre de 2012


El miedo no quiere salir de Punto Fijo

Muchos de los afectados por la explosión se refugian en hoteles

imageRotate
El barrio La Pastora luce como una zona de guerra, decenas de casas quedaron totalmente en el piso debido a la explosión ocurrida en la refinería EDSAU OLIVARES
| 1 | 2 |
JOSEPH POLISZUK |  ENVIADO ESPECIAL/EL UNIVERSAL
ENVIADO ESPECIAL/EL UNIVERSAL
domingo 2 de septiembre de 2012  12:00 AM
Punto Fijo.- Algo huele mal en Punto Fijo. En el sector La Pastora algo debe estar descomponiéndose. Un comisario del Cuerpo de Investigaciones Científicas, Penales y Criminalísticas teme que encuentren más que un animal muerto; lejos de los micrófonos y del "parte de guerra" oficial confiesa que no descarta sorpresas bajo los escombros. 

Ya no hace falta decir que el Complejo Refinador de Paraguaná explotó en la madrugada del 25 de agosto. Que 42 personas murieron y que más de 500 casas y locales comerciales reventaron en zonas como Creolandia, San Rafael y La Pastora. El alma de la ciudad se siente con otras señas: los militares copan la zona del desastre, todo el mundo habla de un familiar, amigo o conocido que perdió su casa y, palabras más palabras menos, muchos tienen miedo a otra madrugada como en la que volaron sus techos. 

Hoy hace ya una semana y un día de la explosión, y la ciudad aún no termina de volver a la calma. Es cierto que este viernes no faltaron compradores en el Sambil y otros centros comerciales y -que junto a las tiendas de la zona libre de impuestos- aún hay quienes a pesar de todo montan neveras en camiones. Pero no igual, esta semana las ventas bajaron entre 40 y 50%. Eso comenta José Mavarez desde una tienda de ropa del Centro Sambil. "Hay miedo", dice. "Aquí vuelve a haber un incendio como ese y la gente sale corriendo". 

La madrugada del 25 de agosto, de hecho, hay quienes se fueron a dormir a hoteles privados y otros que hasta abandonaron la ciudad. Apenas sonó lo que muchos llaman "el guamazo" y Mauriannys Noguera fue una de las que agarró carretera para Tacuatro y otros de los pueblos que quedan entre Coro y Punto Fijo. "Fue un temblor horrible", recuerda. "El portón de la casa se descuadró como en un terremoto, pero pudimos abrirlo y así llegamos a parar a Santa Ana, en la vía a Coro". 

Lo que pasó esas horas es algo que pocos cuentan tranquilos: a Daniel Lugo, en el sector San Rafael, le cayeron los vidrios y el marco de una ventana mientras dormía; Rodulfo Gelvez tembló con su casa en el sector La Pastora cuando se agrietaron las paredes y, al otro lado de la refinería, Marisela Fernández se despertó justo cuando las láminas de asbesto de su techo salieron volando. 

Al menos echaron el cuento, en el destacamento de la Guardia Nacional ni siquiera. Puertas adentro el paisaje es único: los vehículos quedaron chamuscados, los marcos de las ventanas están doblados o fundidos y -como si se tratara del primer otoño de la Península de Paraguaná- los árboles que se mantuvieron en pie quedaron desnudos. 

El destacamento militar fue el punto más afectado, allí se encontraban 18 de los 42 muertos que registraron las autoridades. Apenas una calle separa el puesto castrense de los 9 tanques de combustible que se quemaron. Por eso el desenlace. 

Si bien el desastre está focalizado en los alrededores de la refinería, San Rafael y La Pastora hoy lucen como pueblos fantasmas. Como el país, esos barrios crecieron y la refinería también, por eso es que las cifras oficiales advierten sobre tantas viviendas devastadas. 

Puerta a puerta, los afectados dicen que Pdvsa ahora expropiará todo el perímetro, pero en la sede principal que la empresa tiene en el sector Judibana, no hay quien precise a la prensa ese y otros datos que repiten en Punto Fijo. 

Nubes en la carretera 

Aún con gorra y corazón rojo, hay quienes advierten que puertas adentro, en Amuay hay cosas que tenían tiempo sin funcionar. De otra forma Yenifer Cordero no se explica cómo es que a la 1:07 de la madrugada, a escasos cuatro minutos del estallido, vio una neblina que cubría la avenida Alí Primera, la espina dorsal de Punto Fijo. 

Su esposo iba manejando el carro cuando notaron que unas nubes forraban parte de la vía. Menos mal que aceleraron, dice. "Era un gas espeso concentrado en el piso, no pasaba de la mitad de la calle y olía a huevo podrido". 

Hacía horas que sentían algo extraño. Es cierto que en Punto Fijo ya están acostumbrados al "olor a refinería" pero entre tantas narices afiladas, muchos coinciden en que esta vez no era normal. "Parecía gas doméstico", cuenta Mariluz de Lugo, quien por no figurar en las listas de damnificados se refugia en casa de su mamá con otras cinco familias. 

"Yo prendía y apagaba las bombonas por si era en mi casa", dice. Eso fue antes de la explosión. El resto de esta historia ya es conocida: primero retumbó un trueno y luego vino el sonido. A partir de allí empezó la emergencia; en la dirección del Hospital Rafael Calles Sierra advierten sobre una lista de más de 8.700 personas que -según un censo de Pdvsa - han perdido al menos un vidrio en sus casas. La empresa estatal ha prometido indemnizarlos, pero lo que Acacio Pestana quiere es que le devuelvan la tranquilidad. 

"A nivel emocional muchas personas están traumatizadas", dice. "Ahora nos asusta una alarma o cuando escuchamos el sonido de un escape de gas". Incluso la idea de un saqueo. No es que haya habido un Caracazo -dice- pero como suele suceder en estos casos, uno que otro ratero aprovechó el desastre para llevarse televisores de las casas y botellas de las licorerías. 

Esas escenas igual duraron poco. Aunque abundan los desvíos y las calles trancadas con barriles de petróleo, ya pasó lo peor. Por lo pronto, la espuma de mar que ayudó a extinguir el incendio vuela sobre las zonas afectadas como pompas de jabón y los damnificados, por su parte, empiezan a aparecer por toda la ciudad. 

Nadie puede hablar con los que se refugian dentro de la Base Naval de Punto Fijo. El acceso está prohibido pero aún sin cifras oficiales, igual hay muchos más. En los pasillos de hoteles como El Península y Cardón los afectados se cruzan con los pocos turistas que siguen paseándose en chancletas de playa y los militares y funcionarios destacados en una ciudad donde a pesar del drama, la campaña electoral no ha dado tregua: por las calles abundan los afiches de Chávez junto a uno que otro que asoma la cara de Capriles. A una semana del desastre, los buhoneros incluso venden los "Chavecitos" a 150 bolívares y las gorras tricolores a 50 y 100. 

Punto Fijo.- La ministra de Salud, Eugenia Sader, presentó ayer desde Punto Fijo un balance de la explosión de la refinería Amuay a una semana del suceso: 42 muertos (41 de ellos plenamente identificados), siete desaparecidos y 132 heridos. 

Sader estuvo como invitada en el programa de la gobernadora del estado Falcón, Stella Lugo, Aló Gobernadora, y desde allí explicó que en la morgue solo quedaba un cadáver sin identificar y que entre los desaparecidos hay cuatro miembros de la familia Delgado Llanos: Aníbal José, Yelitza, Ana Karina y Ana Gabriela. Los otros desaparecidos son Yulimei Ribero (de nueve años e hija del mayor Ribero, uno de los fallecidos), Alexander González, operador de planta de 28 años y el sargento de la Guardia Nacional, Yeiber Antonio González Parada. 

En cuanto a los heridos, informó que solo 20 permanecen hospitalizados: 13 en el estado Zulia, 6 en Paraguaná y uno en Barquisimeto (Lara). 

Entre lo positivo de la tragedia, rescató el hecho de que ninguno de los heridos en el momento de la explosión falleció luego. Sin embargo, tres de los lesionados murieron luego de que fueron ingresados el Hospital Coromoto de Maracaibo debido a las quemaduras que sufrieron. 

Informó sobre la labor de diagnóstico de daños que ha hecho un grupo de 115 personas, que desarrolló el censo a todas las viviendas y personas afectadas. En total fueron entrevistadas 8.738 personas. 

Aseguró que se prestará especial atención al daño mental que toda esta situación pueda haber producido entre los niños (alrededor de 3 mil de las personas entrevistadas fueron menores de 14 años). 

Lugo, por su parte, fustigó duramente al arzobispo de Coro, monseñor Roberto Luckert, por haber dado cifras e informaciones falsas sobre la tragedia: "Habló de 200 muertos y dijo que habían explotado unas esferas. Fue una irresponsabilidad. 

En la noche de ayer, el ministro de Petróleo y Minería, Rafael Ramírez, informó que el Ejecutivo nacional atiende las viviendas que resultaron afectadas por la explosión, cuyo número asciende a 1.691. 

Durante un contacto con VTV, Ramírez indicó que se van a subscribir documentos para asignar viviendas a los afectados en Amuay, como parte del desarrollo de la Gran Misión Vivienda Venezuela, y se suscribió un acta de indemnización con los 34 comerciantes que resultaron afectados por el accidente.

No hay comentarios:

Publicar un comentario